SEGURIDAD ESCOLAR
Gerardo de Lago Acosta
8. Desde la perspectiva de las escuelas ¿Cómo debemos sensibilizar a los niños y jóvenes para evitar que se conviertan
en delincuentes?
Es preciso comprender que una correcta educación basada en principios y valores se debe dar a una persona desde su propio
hogar y en las escuelas es donde se afianzan los mismos, a través de la interacción formativa con sus maestros y la
convivencia sana con sus compañeros.
La modernidad, lamentablemente, ofrece el acceso mediático y exposición a contenidos no apropiados a personas que no han
consolidado sus escalas de valores. Los jóvenes delincuentes no incurren inicialmente en la comisión de delitos con un fin
de obtención de recursos económicos de manera preponderante, sino que se inician como parte de un juego de poder. Es decir,
un joven que forma parte de una banda o pandilla, lo motiva más en primera instancia, su afán de pertenencia al grupo de
poder que le propone portar un arma, quizá conducir un vehículo y el "respeto" acompasado que ello le proporciona, que el
dinero que pueda acumular a través de los ilícitos.
En este sentido, los medios desafortunadamente han mostrado de manera espectacular los grandes "logros" de los delincuentes,
quienes sin tener preparación formal alguna, poseen lujos propios de un alto ejecutivo. Ello aunado a una crisis de empleo
y remuneración adecuada a los trabajos formales, desalienta en mucho a las personas a prepararse de manera adecuada pues no
existe una garantía que recompense su esfuerzo y los jóvenes acaben justificando su incursión en economías informales o
eventualmente en la comisión de delitos, bajo la premisa de que "el fin justifica los medios".
Viéndolo desde otra perspectiva, tenemos un problema generacional. Tal como la enseñanza que tuvimos que llevar a cabo en
materia de protección civil, cuando se establecieron en el país los simulacros de evacuación. En los primeros momentos,
algunas personas mostraban desinterés o apatía, ya que no reconocían sus beneficios o bien no estaban aún condicionados en
ese sentido.
Al cabo de los años, al ser parte activa y rutinaria de los ejercicios de prevención y seguridad escolar, los alumnos se
conducen en forma precisa y adecuada. Lo mismo sucederá con el tema de prevención de delitos y adicciones, es un proceso a
seguir, pero que en definitiva y de manera urgente es preciso iniciar en todas las instituciones educativas.
De tal manera que debemos apostar fuertemente a la educación formativa. El personal docente y administrativo en las escuelas
debe observar y controlar el comportamiento de los alumnos en términos de forma y fondo, orientados a marcar los límites y
establecer hábitos correctos de convivencia.
Se debe inducir a los alumnos para que tengan un comportamiento adecuado, y lograr así una conducta correcta gracias a la
cual, ellos mismos se habituarán de esa manera a un bienestar, producto de un bien ser. Al hacerlo de esa manera se
desarrolla una cultura adecuada.