4. ¿De qué manera se lleva a cabo una auditoría de seguridad en un centro escolar?
Dentro de la auditoría escolar es preciso establecer un catálogo de riesgos tanto al interior como al exterior de la
institución, divididos en tres grupos, considerando en todos los casos, en la continuidad del proceso educativo:
- El primero en aquellos riesgos de cualquier naturaleza que afectan la disponibilidad de la instalación; es decir
tengo alumnos y maestros, pero no tengo donde dar clases.
- El segundo grupo, considera los riesgos que afectan la disponibilidad del cuerpo docente: tengo salones, tengo
alumnos, no tengo maestro.
- El tercero los riesgos que afectan al alumnado: tengo salones, tengo maestros no tengo alumnos.
La evaluación tiene que llevarse a cabo en dos sentidos; las amenazas del exterior hacia al campus, ya sean de tipo
natural o causados por el hombre, es decir, fenómenos perturbadores tales como sismos, inundaciones, etc. Considerando
su entorno inmediato y los riesgos asociados a las vez con sus vecinos o personas que quieran tomar ventaja del alumnado
o beneficio de las instalaciones (delincuencia común, venta de droga, venta ilegal de alcohol, prostitución). El otro
sentido del análisis de riesgos lo conforma la parte interna, pues a diferencia de una empresa tradicional, la población
en una institución educativa en un 90% está conformada por el cliente, el cual genera buena parte de los riesgos en el
campus.
Uno de los riesgos que normalmente no se toma en cuenta es el del transporte escolar. La posibilidad de que un camión
escolar tenga un accidente es real. De ahí la necesidad de preguntarnos ¿Cuándo fue la última vez que se le hizo un
estudio médico al chofer? El camión puede ser nuevo o estar en perfecto estado, pero el conductor puede sufrir un problema
de salud (coma diabético, problema de presión o simplemente de vista).
Mucha gente piensa que como este tipo de servicios son llevados a cabo por terceras personas ajenas a la institución escolar,
asimismo se les transfiere el riesgo, no obstante, lo que se transfirió fue la operatividad, sin embargo el riesgo sigue
siendo de la propia institución. Si bien es cierto que es deber del proveedor el llevar a los alumnos en este caso, también
es cierto que es obligación de la institución educativa el supervisar que dicho servicio sea llevado a cabo dentro de los
estándares de calidad necesarios y suficientes para garantizar la seguridad de las personas, indicando por un lado en los
contratos las políticas de servicio y por el otro revisando las unidades y supervisando o auditando a los choferes.
En este mismo sentido, cuando la institución ofrece servicios a los alumnos a través de terceros por ejemplo el caso de la
cafetería, si bien es la obligación del concesionario el cumplir con las políticas de seguridad, es responsabilidad de la
escuela el auditar que sus procesos y los equipos involucrados en los mismos, cumplan cabalmente con las normas de seguridad.
En otras palabras, no se puede ni se debe abdicar la seguridad a terceros, por el simple hecho de estar concesionando o
delegando a terceros cualquier tipo de servicio.
Tradicionalmente se pensaba que donde termina la barda de la escuela termina su responsabilidad. Hoy no podemos seguir
pensando de esa manera, debemos considerar nuestro perímetro inmediato como nuestra área de influencia. Si bien pueda no ser
legalmente una responsabilidad de las escuelas su entorno, no se deben cerrar los ojos ante lo que sucede en él.
Es preciso contar con un proceso que extienda la protección del alumnado en ese perímetro inmediato. Mediante procesos de
vigilancia, se deben observar ese perímetro, de tal manera que se logre identificar la presencia de personas sospechosas que
sin un fin claro de recoger o dejar a algún alumno, permanezcan en los alrededores del colegio. Es importante que no exista
la posibilidad de observar las instalaciones desde el exterior y prohibir en las áreas de entrada y salida, el estacionamiento
o permanencia de vehículos con personas en su interior. Si este último caso se presenta, se debe instruir a los vigilantes
para que se aproximen a dichas personas y les pregunten si requieren alguna ayuda y solicitarles amablemente retirarse del
lugar por estar prohibido el estacionamiento en dicha área. Ante la presencia de personas francamente sospechosas, lo mejor
será reportarlas a las autoridades para que actúen en consecuencia.
Resulta fundamental el que se establezcan líneas de denuncia anónima mediante teléfono, correo electrónico o buzones, con el
fin justamente de denunciar situaciones o acciones, que puedan poner en riesgo a la comunidad estudiantil, ya sea en su
interior o en su exterior. Es importante asimismo que dichas líneas de denuncia, sean promovidas y sepan de su existencia,
los alumnos, el personal docente y administrativo, así como los padres de familia y las personas en el perímetro externo del
colegio, ya sean casas habitación o bien comercios; ya que además de ofrecer la confianza de contar con un canal de denuncia,
desalienta la comisión de ilícitos al saberse vulnerables a ser denunciados y sufrir las consecuencias legales correspondientes.
Una vez que se tengan analizados los riesgos, es importante hacernos cuestionamientos respecto de ellos, en primera instancia
preguntarnos:
"¿Qué tan probable es que un riesgo nos afecte?" y subrayo,
"¿Qué tan probable es?",
no posible. Ya que cualquier riesgo como tal tiene la posibilidad de afectación, pero la probabilidad puede ser mayor o menor.
De ahí que cada riesgo es importante clasificarlo como "muy probable", "poco probable" o "remotamente probable" y en segunda
instancia: si tal o cual riesgo se materializa, ¿Qué impacto tiene en mi comunidad y mi instalación?; ¿Alto?, ¿Medio?, ¿Bajo?
Si se tiene por ejemplo un riesgo con nivel de impacto alto, necesariamente se tiene que contar un plan de emergencia y un plan
de mitigación del riesgo. Si por el contrario, el riesgo es muy poco probable y con un bajo impacto, quizá simplemente se deba
reaccionar ante ello, si se llegara a dar remotamente el caso.
El análisis de riesgos no es un proceso técnicamente complejo, quizá el principal error en el que se incurre, es cuando obviamos
ciertos riesgos, como el caso de los servicios concesionados o aquellos con los cuales, nos hemos familiarizado tanto de verlos
presentes, que no reparamos en ellos e incurrimos en una ceguera que eventualmente puede resultar catastrófica para la institución.