Patricia Fresnedo Alcántara
10. ¿Cómo pueden aplicarse estas recomendaciones para implementarlas con niños y jóvenes?
Al niño se le fomenta la seguridad mediante juegos, de forma más conductual, estableciendo la diferencia entre lo bueno y
lo malo, asustándolos hasta cierto punto sin complicar demasiado las cosas. Enseñarlos a responder reactivamente a alguna
clave determinada o llamada de atención y mostrarles con ejemplos claros, concretos y vívidos, pero no traumáticos. Los
niños y los viejos siempre van a decir la verdad.
A los jóvenes los testimonios, las evidencias que tienen como fuente la experiencia traumática y real de otros jóvenes les
pueden llegar más al entendimiento. El joven tiende a negar, a dejar de creer lo que los padres dicen por pura rebeldía.
Así como con los niños, y entre adultos, con los jóvenes se debe ser coherente en la aplicación de las estrategias acordadas
para su seguridad.
El fundamento de la prevención está en la educación en valores y está anclada en los padres. Existe mucha información, pero
mucha permisividad. Es necesario que los padres convivan con los hijos para conocer la calidad de sus amistades. Debemos
estar atentos a los momentos propicios para abordar ciertos temas con los hijos, no es bueno creer que los muchachos son
santos pero tampoco satanizarlos, no asustarse de algunas de sus respuestas y, lo más importante, no entrometerse en sus
vidas pero sí saber cómo y cuándo intervenir.
Los jóvenes adolescentes son muy vulnerables por la misma etapa de vida que atraviesan. Son susceptibles de ser enredados
en el consumo y en el tráfico de drogas, de ser enganchados en redes de prostitución, en robos, violaciones a ellos mismos
o a terceros, a ser secuestrados con el pretexto de asistir a algún sitio o participar en cierta actividad como un viaje.
Corren muchos riesgos.
Cabe mencionar que en el caso de los empleados domésticos, como parte de la familia, los empleados también son vulnerables,
y pueden ser objeto de vulneración del estatus de la familia. Es necesario conocerlos lo suficiente en sus referencias y
aleccionarlos con lo necesario en cuanto a seguridad para saber qué hacer en muy determinadas y específicas circunstancias
como accidentes, por ejemplo, sin proveerles toda la información y en especial la delicada, sobre todo si se trata de
empleados jóvenes.
Ahora, no a todos los empleados domésticos se les va a dar cierta información, no es el mismo trato y los mismos riesgos
lo que pueden relacionarse con una empleada doméstica de entrada por salida, que con una de planta. Así que, si bien se
debe incluir al personal doméstico en el plan de prevención, el plan de seguridad, esto debe ser en estricta consonancia
con las funciones que desempeña cada empleado, dígase el jardinero, la mucama, la lavandera, el chofer, la nana, la
institutriz, el tutor, etcétera.
Existen empleados que no necesariamente son domésticos pero que por su relación con la familia, la frecuencia con que son
contratados, les da ese carácter a ojos de los miembros de la familia. Estoy pensando en los pintores, albañiles, plomeros,
y otros que son de contratación eventual. Algunos pueden ser de tal confianza, que se les puede dejar a solas en el
domicilio, pero nunca ha de pecarse de confiado, pues no se puede saber a ciencia cierta si estos empleados, como los antes
descritos, pueden ser utilizados por la delincuencia como puertas de entrada para vulnerar nuestra seguridad.