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PLANES DE SEGURIDAD
Raúl Yanko Montaño Vázquez
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5. ¿Qué se puede recomendar a cualquier persona, para sensibilizarla, para capacitar al recurso humano y hacerlo consciente de la necesidad de saber cómo actuar en caso de cualquier emergencia o riesgo, dígase desastre, accidente o delito?
Recomiendo hacer un adiestramiento mediante pláticas abiertas, con amplios y abundantes ejemplos, sobre el análisis natural de los riesgos que cada cual corre en determinada circunstancia y, conforme al ambiente en que se desenvuelve y el perfil que lo caracteriza.

Para tener una mayor claridad, es preciso pensar en tres tiempos, en ocasiones casi simultáneos, respecto de lo qué se puede o debe hacer:

Antes de una amenaza o emergencia:
La prevención. Determinar las medidas precautorias para adelantarse al o los riesgos probables, latentes y que permitan evitar así, que el riesgo o amenaza ocurra o que se presente.


Durante una emergencia:
Está ocurriendo el riesgo o amenaza. Aquí aplican las reglas mencionadas, para sensibilizar, estar atento a lo que puede hacerse a modo de reacción oportuna, pertinente según el tipo de riesgo o amenaza manifiesta.


Después de una emergencia:
Ya se materializó el riesgo o amenaza. Ahora se trata de reparar el daño en la medida de lo posible, sin perder de vista, de nuevo, las 12 reglas elementales. Se puede hacer la denuncia correspondiente, perseguir al asaltante, practicar los primeros auxilios, solicitar ayuda, efectuar el rescate, recoger los escombros, acudir a un psicólogo o médico, investigar mediante peritos las causas, ofrecer disculpas, pagar los costos, hacer nada y/o aprender la lección para que no vuelva a suceder el hecho, entre muchas cosas más.

Este tiempo es muy importante y delicado, porque de las decisiones y actitudes que aquí se tomen, si se toman de manera equivocada, inoportuna o poco precavida, pueden repercutir de forma negativa, agravando futuros riesgos similares o las consecuencias del recientemente experimentado, ampliándolo y, esto sucede con mayor frecuencia de lo que podría esperarse.

Ejemplo, el dueño de un establecimiento que ante un asalto violento saca un arma para defender su negocio, puede provocar que la violencia derive en una tragedia de alguna manera. Personas bien intencionadas que por salvar una vida, sin conocimientos de la manera de aplicar los primeros auxilios agravan la salud del accidentado.

Es muy importante en la capacitación, enfatizar las normas de seguridad, pero como está visto que en plena emergencia los manuales no tienen una utilidad práctica dadas las múltiples variantes que pueden darse y que no todas puede contemplar el manual, se hace necesario platicar con la familia, con los trabajadores, para considerar las posibilidades y variantes más comunes que pueden suceder según cada caso, usando tantos ejemplos como sea necesario y hacer vívido el testimonio: uso de rehenes, guerrilla, situaciones en zona rural, en ciudad y dentro de una ciudad las condiciones de tal o cual barrio o colonia, o en zona industrial y dentro de ésta, el tipo y giro de empresa o fábrica, un accidente de tal o cual modo por estas u otras causas; situaciones ejemplares de asalto, de secuestro y un largo etcétera.

Cada caso es único, no se puede solo adiestrar con base en una norma general. Por eso los manuales son solamente una guía muy general, que debe tomarse en cuenta, pero que no es determinante a la hora de la emergencia específica, pues podría tratarse de una excepción no considerada.

En un banco cada miembro del personal corre riesgos distintos, no experimentará lo mismo el cajero que el jefe de cajas o que el gerente o un cliente, o un soldado o un policía, o el ama de casa o la vecina. Igual sucede con la familia, el padre no corre los mismos riesgos que el hijo adolescente o el pequeño o la servidumbre, y de igual manera es necesario distinguir los riesgos que corren hombres de los que pueden afectar a las mujeres, los niños, los ancianos, los animales, los bienes muebles, los bienes inmuebles, dentro de una edificación, en la calle, en un transporte, en fin.

Así pues, en resumen, un plan de seguridad abarca todo, desde la prevención a las probables soluciones y reacciones; la revisión de las instalaciones, platicar con los trabajadores o la familia, examinar los riesgos que individualmente y en conjunto están corriendo de acuerdo con la posición, el nivel económico, social y/o político.

La información a transmitir debe ser cuidada, no puede tampoco difundirse de manera alarmista e innecesaria, porque puede resultar contraproducente e incidir de peor manera en la seguridad de los bienes y las personas.

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Raúl Yanko Montaño Vázquez

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