4. Así como se hace en las empresas que tienen por escrito un plan o un manual de seguridad, ¿Cómo puede
un ciudadano común, una familia, consolidar el propio? ¿Existen algunas reglas básicas?
Desde luego los planes por escrito y los manuales son de utilidad y deben de establecer con claridad las políticas,
las normas y los procedimientos de seguridad institucionales o familiares. Sin embargo, en un momento crítico no
podemos considerar que los manuales van a resolver un problema de riesgos, ya que de lo que menos se acuerdan las
personas es de lo que establecen las reglas y mucho menos si no existe el tiempo para consultarlas, por lo que se
recomienda que a partir de los manuales de seguridad que se establezcan, se capacite y adiestre al personal sobre
cómo debe actuarse ante una amenaza.
Si bien es importante, todo manual de seguridad en plena emergencia pasará a segundo plano si el personal no lo
conoce y no ha sido capacitado. No hay un manual que diga, por ejemplo, cómo atravesar una calle, al final es el
instinto el que va a guiar la reacción. Por otra parte, aunque parezca contradictorio y absurdo, en las empresas,
los manuales de seguridad son guardados y con acceso reservado, ¡Por seguridad!
Yo propongo doce reglas para la supervivencia y disminución de los probables daños de los riesgos, reglas que son
fáciles de transmitir a empleados o familiares.
- Piensa y enlista a que riesgos estás expuesto en tu persona, en las personas de tu familia
y empleados, en la de tus bienes y en las actividades cotidianas que desarrollen, de acuerdo
a tu perfil económico, social, profesional, entorno en el que viven y en el que se
desenvuelven.
- Determina la probabilidad de que esos riesgos se materialicen con base en la incidencia
delictiva o por fenómenos naturales.
- Valora esos riesgos y determina cual sería su impacto en caso de materializarse.
- Planea el tratamiento que deberás dar a cada uno de los riesgos a que estás expuesto.
- Prevé, lo necesario para evitar los de mayor impacto.
- Si no los puedes evitar transfiérelos a la persona, servicio o institución que tenga la
capacidad para subsanarlos (seguro médico, seguro contra accidentes, contra secuestros,
contra robo, incendio, etc.).
- Asume sólo los de menor impacto
- Establece las medidas para que los de menor impacto disminuyan su probabilidad de materializarse.
- Informa a quienes corresponda, respecto de las medidas aplicadas y su uso en caso de emergencia.
- Aplica periódicamente simulacros de emergencia.
- Evalúa la reacción de las personas ante la presencia de una amenaza o riesgo en proceso.
- Corrige las fallas que detectes.
De ahí que además del ya comentado Manual de Seguridad, planea y establece el Manual de Supervivencia para tu
persona, familia, empresa, negocio, actividades, etc., en forma tal, que todo mundo lo entienda y lo ejercite
de forma cotidiana.
Este Manual de Supervivencia puede concretarse en lo que suele llamarse la Tarjeta Personal de Supervivencia y
contiene 10 preceptos:
- Enlista tus riesgos de acuerdo a tu perfil.
- Determina su probabilidad de ocurrencia.
- Evalúa su impacto.
- Asúmelos, evítalos o transfiérelos.
- Si los asumes, planea su tratamiento.
- Aplica medidas de seguridad.
- Informa.
- Capacita y adiestra.
- Actúa en caso de una emergencia.
- Valora y corrige.
Desafortunadamente en nuestro país, la prevención no es parte de la cultura empresarial y ya no digamos parte de
la educación de las personas, o la prevención es difícil de llevar a efecto por varias razones o pretextos: no
se cuenta con el dinero para comprar el seguro, se deja el mantenimiento de los focos de riesgo para "mejor
ocasión", etc. Por ello empresas y personas terminan actuando, reaccionando después de que se presenta el daño:
compran el seguro contra incendios luego que se quemó la industria o la casa, o bien, arreglan el escalón
defectuoso donde se tropezó el familiar o empleado.
Es cierto, la prevención de riesgos puede ser cara, pero debe siempre de contemplarse como una inversión y no
como un gasto innecesario. Veamos: Sistemas de detección y extinción de fuegos contra incendios; vehículos
blindados y chalecos antibalas contra secuestros, lesiones y pérdida de vida; seguros de vehículos contra robo
y accidentes del automóvil, y así podríamos enumerar muchos ejemplos más para los que basta un simple ejercicio
para determinar si estoy expuesto a esos riesgos y que medidas debo tomar para evitarlos. Valorar sus
consecuencias para no vivir la experiencia.