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PLANES DE SEGURIDAD
Raúl Yanko Montaño Vázquez
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4. Así como se hace en las empresas que tienen por escrito un plan o un manual de seguridad, ¿Cómo puede un ciudadano común, una familia, consolidar el propio? ¿Existen algunas reglas básicas?
Desde luego los planes por escrito y los manuales son de utilidad y deben de establecer con claridad las políticas, las normas y los procedimientos de seguridad institucionales o familiares. Sin embargo, en un momento crítico no podemos considerar que los manuales van a resolver un problema de riesgos, ya que de lo que menos se acuerdan las personas es de lo que establecen las reglas y mucho menos si no existe el tiempo para consultarlas, por lo que se recomienda que a partir de los manuales de seguridad que se establezcan, se capacite y adiestre al personal sobre cómo debe actuarse ante una amenaza.

Si bien es importante, todo manual de seguridad en plena emergencia pasará a segundo plano si el personal no lo conoce y no ha sido capacitado. No hay un manual que diga, por ejemplo, cómo atravesar una calle, al final es el instinto el que va a guiar la reacción. Por otra parte, aunque parezca contradictorio y absurdo, en las empresas, los manuales de seguridad son guardados y con acceso reservado, ¡Por seguridad!

Yo propongo doce reglas para la supervivencia y disminución de los probables daños de los riesgos, reglas que son fáciles de transmitir a empleados o familiares.

  1. Piensa y enlista a que riesgos estás expuesto en tu persona, en las personas de tu familia y empleados, en la de tus bienes y en las actividades cotidianas que desarrollen, de acuerdo a tu perfil económico, social, profesional, entorno en el que viven y en el que se desenvuelven.

  2. Determina la probabilidad de que esos riesgos se materialicen con base en la incidencia delictiva o por fenómenos naturales.

  3. Valora esos riesgos y determina cual sería su impacto en caso de materializarse.

  4. Planea el tratamiento que deberás dar a cada uno de los riesgos a que estás expuesto.

  5. Prevé, lo necesario para evitar los de mayor impacto.

  6. Si no los puedes evitar transfiérelos a la persona, servicio o institución que tenga la capacidad para subsanarlos (seguro médico, seguro contra accidentes, contra secuestros, contra robo, incendio, etc.).

  7. Asume sólo los de menor impacto

  8. Establece las medidas para que los de menor impacto disminuyan su probabilidad de materializarse.

  9. Informa a quienes corresponda, respecto de las medidas aplicadas y su uso en caso de emergencia.

  10. Aplica periódicamente simulacros de emergencia.

  11. Evalúa la reacción de las personas ante la presencia de una amenaza o riesgo en proceso.

  12. Corrige las fallas que detectes.

De ahí que además del ya comentado Manual de Seguridad, planea y establece el Manual de Supervivencia para tu persona, familia, empresa, negocio, actividades, etc., en forma tal, que todo mundo lo entienda y lo ejercite de forma cotidiana.

Este Manual de Supervivencia puede concretarse en lo que suele llamarse la Tarjeta Personal de Supervivencia y contiene 10 preceptos:

  1. Enlista tus riesgos de acuerdo a tu perfil.

  2. Determina su probabilidad de ocurrencia.

  3. Evalúa su impacto.

  4. Asúmelos, evítalos o transfiérelos.

  5. Si los asumes, planea su tratamiento.

  6. Aplica medidas de seguridad.

  7. Informa.

  8. Capacita y adiestra.

  9. Actúa en caso de una emergencia.

  10. Valora y corrige.

Desafortunadamente en nuestro país, la prevención no es parte de la cultura empresarial y ya no digamos parte de la educación de las personas, o la prevención es difícil de llevar a efecto por varias razones o pretextos: no se cuenta con el dinero para comprar el seguro, se deja el mantenimiento de los focos de riesgo para "mejor ocasión", etc. Por ello empresas y personas terminan actuando, reaccionando después de que se presenta el daño: compran el seguro contra incendios luego que se quemó la industria o la casa, o bien, arreglan el escalón defectuoso donde se tropezó el familiar o empleado.

Es cierto, la prevención de riesgos puede ser cara, pero debe siempre de contemplarse como una inversión y no como un gasto innecesario. Veamos: Sistemas de detección y extinción de fuegos contra incendios; vehículos blindados y chalecos antibalas contra secuestros, lesiones y pérdida de vida; seguros de vehículos contra robo y accidentes del automóvil, y así podríamos enumerar muchos ejemplos más para los que basta un simple ejercicio para determinar si estoy expuesto a esos riesgos y que medidas debo tomar para evitarlos. Valorar sus consecuencias para no vivir la experiencia.

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Raúl Yanko Montaño Vázquez

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