1. Correr.
Al estar ante una franca situación de tiroteo, donde se escuchan detonaciones de armas
de fuego en un lugar abierto, lo primero que se debe hacer es tirarse al suelo e
intentar, desde ahí, visualizar al agresor o tratar de identificar auditivamente el
lugar de procedencia de los disparos. Incluso, en caso de quedar atrapado en una
situación de tiroteo constante, se puede fingir el estar muerto y permanecer tirado en
el piso.
Evaluando las circunstancias, y con la certeza de no dirigirse hacia el foco del
conflicto, se debe correr para buscar una cobertura ante los disparos.
Es preciso correr y escapar, alejándose lo más pronto posible del lugar y de la o las
personas armadas, evitando cruzar el área de fuego de un tirador. Se recomienda hacerlo
en zigzag, agachado, buscando en lo posible irse resguardando en elementos sólidos,
tales como columnas de cemento, vehículos, banquetas o árboles y mostrando las manos
abiertas, para evitar ser confundido con el agresor por algún guardia o policía armado
que se encuentre o acceda al lugar.
Al escapar, es importante privilegiar el conservar la vida, en lugar de llevarse cualquier
pertenencia. Al correr y huir, conmine a otros a que lo hagan y no se detenga, pese
a la reacción humana, a ayudar a personas heridas intentando arrastrarlas o cargarlas ya
que, al hacerlo, la vulnerabilidad de ser un blanco del tirador aumenta considerablemente.
Tan pronto como se haya llegado a una zona de seguridad, se deben reportar los hechos
a las autoridades.
2. Esconderse.
Cuando el correr no es una opción, porque el evento tiene lugar en un lugar cerrado y el
tirador se encuentra bloqueando la única salida que existe y no es posible saltar por la
ventana, por estar en un piso alto, al no tener posibilidad de escape, lo recomendable es
esconderse en un lugar lo más seguro posible, fuera de la vista y alcance del
tirador.
En un edificio, se debe ubicar un sitio que pueda ser cerrado con seguro. Cerrar la
puerta y/o asegurarla, colocando una barricada con los muebles que se tengan a disposición.
Apagar las luces del lugar y cualquier aparato dentro del mismo, colocar el teléfono móvil
en modo de silencio, no únicamente en vibrador, sino en silencio total. Resguardarse dentro
de un baño o en un closet y permanecer callado.
Es importante reportar los hechos, sigilosamente vía telefónica, a la policía,
describiendo la ubicación del tiroteo, el número de tiradores, sus características
y las de las armas empleadas. Si no se puede hablar, se puede mantener la
comunicación telefónica abierta para que la operadora escuche y grabe los eventos.
En el escondite, evitar el abrir la puerta de manera innecesaria, ya que ello pone
en riesgo la vida. Debemos considerar que, en ocasiones, los mismos agresores son quienes
tocan la puerta, indicando que no existe mayor riesgo e instando a salir a las personas.
Abrir la puerta y salir hasta que se tenga la certeza de que la policía ha tomado el
control del lugar o, bien, hasta que se observe o considere que el agresor haya
abandonado efectivamente la escena.
3. Luchar y defenderse.
Cuando el correr o esconderse resulta imposible, es preciso, en aras de salvar la vida y
como último recurso, el luchar y defenderse. En una circunstancia de vida o muerte,
cuando el peligro es inminente, donde el agresor tiene a su merced a las personas y
comienza sin misericordia a disparar, es posible y necesario actuar considerando que, ante
ello, la mejor defensa es el ataque.
El objetivo central de la acción es el incapacitar al agresor. Tan pronto se logre,
mejor será, a fin de evitar que continúe disparando. Actuar en contra del agresor debe
hacerse con determinación y coraje, empleando la mayor agresión física posible. El actuar
en grupo eleva las posibilidades de éxito.
No obstante, de no poseer una pistola, las personas se pueden armar para enfrentar al
agresor con sillas, extintores, cinturones, paraguas, jarras o tazas o, incluso, con
bolígrafos y lápices.
Si no es factible atacar de cerca al agresor, puede ser posible arrojarle cosas,
buscando incapacitarle, distraerle o desorientarle al golpearlo con algo, cegarlo disparando
un extintor en los ojos o arrojarle café caliente en la cara.
Después del desenlace final, mantenga la calma, espere la llegada y acceso de la policía y siga
las instrucciones de los oficiales.